La batería que alimenta el placer. capítulo 2

La batería que alimenta el placer.-
Escena 2ª



... Se dirigió hacia la cabina moviendo, conscientemente, sus caderas más de lo normal, con pasos pausados... haciendo repicar
sus finos tacones en el asfalto y mirando fijamente a los ojos del operario. Este, aunque intentó mantenerle la mirada, no pudo resistir desviarla hacia aquellos pechos que se adivinaban perfectamente bajo su ligero
vestido de seda. En un movimiento instintivo, se acaricio el bulto que comenzaba a formarse en la entrepierna de su mono... subió a la cabina del vehículo y cerró la portezuela con un fuerte golpe.

Maka se tomó su tiempo rodeando el morro de la camioneta, sintiendo sin verla, la mirada excitada del conductor en sus sinuosas nalgas y excitándose con la fija mirada que ahora sus pechos arrancaban de los ojos del muchacho.

El chico, indeciso en que parte de aquel jugoso cuerpo posar su mirada, se apartó de la portezuela abierta para que ella pudiera acceder a la cabina.

Maka, como solo ella sabe hacerlo, insinuó un movimiento vacilante, de perrita desvalida, al intentar entrar en la cabina, al que el muchacho, sin necesidad de ninguna solicitud, respondió agarrándola por las caderas para ayudarla.
Recogiéndose innecesariamente el vestido hasta la mitad de sus muslos, se encorvó entrando lentamente en la cabina, ofreciéndole al conductor una generosa vista de sus pechos libres bajo el vestido y sintiendo como las manos del joven, empujando, se deslizaban por sus caderas hasta recorrer descaradamente el contorno de sus nalgas.

El olor a grasa y sudor de aquel habitáculo, lejos de asquearla, la excito más.

Se acomodó en el centro de la cabina, hundiéndose en aquel áspero asiento de plástica imitación de piel agujereado incontables veces por quemaduras. Maka se arregló el vestido de manera que mostrara generosamente sus sedosos muslos.

Apenas escuchó el leve portazo que dio el muchacho al cerrar, sintió la vibración del motor al arrancar como si fuera el pistoletazo de salida de una carrera de excitación y deseo.

Abandonaron la calle donde vive Macarena, aunque en realidad Macarena, se había quedado allí, en la acera, en la grúa iba Maka.

Recorrieron las calles de una ciudad que se desperezaba al naciente sol del fin del verano. La conversación fue irrelevante, esas conversaciones nubladas por deseos y pasiones que impiden cualquier raciocinio.

Los traqueteos del vehículo hacían que el ajustado tanga azul fuerte que Maka llevaba se pegara, con dulces presiones, a su sexo que clamaba atención.
En un par de ocasiones dejó, intencionadamente que su mano rozara la pierna del conductor, advirtiendo disimuladamente que el abultamiento de su entrepierna aumentaba.
-No es Apolo, pensó, pero tampoco es Hefestos

Por estas banales conversaciones supo que el muchacho - dieciocho cumpliría mañana -Javi, era el sobrino de Julián, el conductor, y que estaba allí, con el, expiando los malos resultados en su lucha con los libros.

Salieron de la ciudad y entraron en el complejo industrial que se había convertido en adalid del trabajo en aquella zona azotada por el desempleo. Maka se dio cuenta que Javi, estirado como un palo, se apretaba contra el respaldo del sillón para,con furtivas miradas, cada vez más prolongadas, admirar el movimiento de sus pechos. Ella sabiéndose provocadora, no hizo nada para evitar que, cada vez con más frecuencia, los tirantes de su vestido se deslizasen voluptuosamente por la sedosa y morena piel de sus hombros, ofreciendo al muchacho una generosa vista, a través del escote de sus endurecidos pezones.

Los nerviosos movimientos de las manos del muchacho, que no encontraban sitio donde reposar y el creciente bulto en su entrepierna eran mudos testigos de su excitación.

Llegaron a la entrada del taller, cuya gran puerta corrediza metálica estaba cerrada. Javi, tras una rápida mirada a su tío, bajó de la camioneta cerrando la portezuela tras de si. Se dirigió a la puerta que tras varios giros de cerradura y algún forcejeo vacilante comenzó a chirriar al deslizarse lateralmente.

Julián condujo el vehículo dentro del taller mientras el muchacho cerró el portalón tras de ellos.

Maka descendió de la cabina y, como el que no lo ve leyó en el cartel que colgaba de la puerta de lo que, pensó, debía ser la oficina :

FORD SERVICE
Lunes - Sábado de 09:00 a 18:00
Domingos cerrado

Una rápida mirada al reloj le confirmó lo que sospechaba…eran las ocho menos veinte….mmmmmm.

Julián, con diestros movimientos hizo descender el coche que Javi, con inusitada maestría, desenganchó.

Maka avanzó sinuosamente hasta la consola que controlaba la grúa, extendió su manoy comenzó a acariciar una de aquellas frías palancas a la vez que, pausadamaente giró la cabeza y miró provocadoramente a Julián, que se había desplazado hasta la cabina para dejar sus sucios guantes.

Este, devorándola con la mirada, lanzó los guantes dentro y cerró con fuerza la portezuela. Seguidamente avanzó hacia ella y, al llegar a su lado, posó su mano sobre sus nalgas, apretando con fuerza mientras que con la otra mano comenzó a masajear frenéticamente sus pechos.

Maka suspiró y cerrando los ojos ladeo su cabeza dejando que su negra melena se deslizara suavemente hacia el otro lado, mostrando su terso cuello. Al instante sintió los hoscos besos y ásperos lametones de Julián.
El había metido sus manos por debajo del vestido y apretaba con fuerza sus nalgas y aprisionaba con fiereza sus pechos, proporcionándole ocasionales pellizcos en sus erectos pezones.

Ella vibraba de placer sintiendo las poco sutiles maniobras de su”gorila” particular. La excitaba sobremanera sentir aquellas callosas manos disfrutando de sus pechos y nalgas y esa lengua áspera lamiendo su cuello y hombros.
Giró la cabeza buscando al muchacho y lo encontró cercano a ellos.

Javi se había bajado la cremallera del mono y, como evidenciaban los rítmicos movimientos que el mono delataba, había empezado a masturbarse frenéticamente.

Fue entonces cuando Julián aferrado al trasero de Maka, deslizó la otra mano por su cuerpo y con un brusco movimiento la introdujo bajo su mojadísimo tanga. Ella experimentaba un intenso placer sintiéndose sometida de aquella manera salvaje y fue cuando Julián, tras un breve masaje en el clítoris le introdujo su dedo índice en la vagina, cuando ella ya no pudo más.

Sintió una explosión de placer infinito al llegar al orgasmo mientras cerraba los ojos y suspiraba un suave “sii…”; a lo lejos, como en sueños, escuchó a Julián … “te gusta eh zorra?”

(Continuará..;-)

2 comentarios:

  1. No preguntes como te he encontrado.
    No te buscaba.
    No pienso decirte lo que me acabas de dar.
    Tal vez si quieres te dirè lo que quiero darte yo.
    Tal vez temas quemarte.

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  2. HOLA MAKA

    EXCELENTE HISTORIA, QUE BUENO QUE YA ESTAS DE VUELTA PARA TODOS ESTOS PERROS CALIENTES DE PK2 ,JE,JE,JE

    PEPE
    CHILE

    BESOS MUAAACCC

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